PALABRAS
Muchas personas que conozco y yo mismo, a veces presumimos de un pequenísimo talento para escribir cuatro líneas, no más. Otras que también conozco son capaces de hilar muchas más líneas y con mucho más talento. Y otras que no tengo el placer de conocer personalmente realizan madejas con tal conjunto de hilos de colores y texturas y luego las tejen para acabar en tapices increíbles. Y yo, envidioso, me extasio en disfrutarlas. Hace falta tener un cerebro privilegiado, además de trabajo, para realizar ciertas cosas. Aquí me surge la duda. Las personas que escriben, ¿hacen o no? Escribir ¿es hacer o es seguir hablando de manera pasiva, aunque reflexiva y/o creativa, por supuesto?
Es como hablar de valores o seguirlos. ¿Es lo mismo? El otro día escribí acerca del trabajo y generalicé sobre generaciones con gran atrevimiento y, eso sí, con un poco de pudor, socavé el trabajo de la generación justo anterior a los más jóvenes. Pero ésta generación de los 35-40 años, tienen un digno trabajador incansable en nuestro país. Supongo que habrá otros en otros lares, pero a este lo conozco bien, en la distancia. Lo sigo desde que irrumpió públicamente y le admiro, como millones de españoles. Y lo hago con envidia, porque soy incapaz de hacer lo que hace. Y no me refiero a jugar al tenis, sino a cómo vive, habla, y sobre todo, cómo actúa. Lo mismo que ocurre con los que escriben pero ahí se quedan, y me incluyo.
Ahí lo tenéis haciendo su trabajo, que es hacernos disfrutar a los demás, a los que nos gusta el tenis. Pero es algo más que tenis este chico de esta generación un poco apartada de lo que yo valoro.
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